jueves, 1 de julio de 2010

Paco de Lucía




Paco de Lucía

Domingo 20 de Junio de 2010.

Liceo, Barcelona.


Cuando vi a Paco de Lucía tocar en la plaza de toros de La Malagueta me preguntaron qué me había parecido y lo único que pude decir fue “Este hombre toca la guitarra. El resto hacemos el macaco en el escenario”. Tras su actuación en el Liceo de Barcelona, tres años después, mantengo lo dicho.


No podía ser otro quien cerrase el XXI Festival de Guitarra de Barcelona y no podía haber un escenario mejor que el Teatro del Liceo (aunque la última vez que actuó allí tuviese que pedir disculpas por el mal sonido). La expectación era tal que las entradas para este concierto se agotaron tan rápido que tuvieron que añadir una nueva fecha una semana después.


Apareció puntual, en un escenario decorado con sus ya típicas palmeras, y nos regaló unos diez primeros minutos de actuación en solitario memorables. Poco a poco, enriqueciendo la pieza, fueron apareciendo el resto de los músicos.

El Piraña a la percusión y Alain Pérez al bajo forman una sección rítmica difícil de mejorar y la única pega que puedo ponerles es que desde mi posición no podía verles todo lo bien que me hubiese gustado. Antonio Serrano se encargaba del teclado y de la armónica, un instrumento nada habitual en el flamenco y que sorprendió a muchos de los asistentes (más acostumbrados a una flauta travesera o un saxo).


Imagino que igual de asombrados como en su día los que vieron a Paco introducir un extraño instrumento de percusión peruano en sus conciertos a finales de los 70 y sin el que ahora es difícil entender el flamenco: el cajón. Y es que viendo a Paco tienes la sensación de que estás viendo mucho más que un concierto, de que estás asistiendo a una clase magistral, viviendo y construyendo la historia de la música como un arte en constante evolución.




A las voces y palmas, David de Jacoba y un grande como Duquende (al que ya tuvimos oportunidad de escuchar recientemente en el homenaje a Camarón del Primavera Sound) estuvieron magistrales. Antonio Sánchez (sobrino de Paco) estuvo muy correcto como segunda guitarra sin desmerecer el trabajo habitual que realiza el Niño Josele. Para mi gusto, el único punto flojo de la actuación fue el baile del Farruco. En mi opinión excesivo y a la vez falto de intensidad.


Para finalizar, después de casi dos horas de concierto con lo mejor de su repertorio (Luzia, volar, palenque, me regalé, zyriab…), un clásico a petición del público (antes, en una pausa, alguien ya le había pedido “un poco de soleá tú solo si puede ser, por favor”. Petición que declinó amablemente y con simpatía por no haber traído las partituras).


Esa obra maestra que sacó al flamenco del fondo de la cueva, sacudiendo prejuicios, derribando purismos y otorgándole el reconocimiento internacional. Ese homenaje a Algeciras, la ciudad de Andalucía que le vio nacer, y que (posiblemente junto a Mediterráneo de Serrat) debería ser himno nacional: Entre dos aguas.



Paco de Lucía, guitarra.

Antonio Sánchez, guitarra.

Antonio Serrano, teclado y armónica.

Alain Pérez, bajo.

Israel Suarez 'Piraña', percusión.

David de Jacoba, voz.

Duquende, voz.

Antonio Fernández 'Farruco', baile.


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